El té se refiere al líquido preparado en base a la planta Camellia Sinensis. Las hojas o brotes de esta especie contienen teína. Todos los tés provienen de la misma planta, pero se procesan de manera diferente. Lo que diferencia a un té de otro es su proceso de elaboración. Cada grado de oxidación produce tés con sabores, propiedades y beneficios únicos. Estos son cuatro tipos de té ampliamente conocidos en el mundo.
Este es el té que menos se procesa y es el más fácil de elaborar. No pasa por fermentación u oxidación. Esto le permite conservar sus propiedades naturales. Se caracteriza por su gran poder antioxidante y suave sabor.
Este es un té que no se fermenta ni se marchita. Una vez que las hojas son arrancadas del árbol, se dejan secar de forma natural. Luego, pasan por el vaporizador y el horno. A lo largo de este proceso, el té adquiere un tono verde y propiedades antioxidantes que neutralizan los efectos nocivos de los radicales libres.
El té negro se muele, se fermenta y finalmente pasa al horno. Estos pasos hacen que el té negro tenga un sabor fuerte y un índice de teína más elevado que el resto. Por eso es considerado un energizante natural que puede ayudar a bajar el estrés, ya que reduce los niveles de cortisol.
Este té es fermentado y añejado, por lo que tiene un aroma ahumado y un sabor más fuerte. Una vez recolectadas las hojas, se comprimen y almacenan durante años en condiciones específicas para su maduración. Debido a este reposo y fermentación, las hojas adquieren un color rojo. Se cree que el té rojo ayuda a mantener un sistema cardiovascular saludable. Leer más.