
Vivimos en una sociedad que nos empuja a hacer todo con prisa. Las agendas llenas, las comidas frente al teléfono o la computadora, y la costumbre de ingerir alimentos sin poner atención al acto de comer, se han vuelto la norma.
Pero, ¿qué pasaría si reducimos la velocidad y aprendemos a comer más despacio?
Hoy la ciencia nos ofrece una respuesta clara: comer despacio no solo mejora la digestión, también influye positivamente en nuestra salud metabólica, nuestro bienestar emocional y nuestra relación con la comida. En este blog te contamos por qué, y cómo incorporar este hábito a tu vida diaria.
Numerosos estudios han demostrado que el proceso de digestión comienza en la boca, a través de la masticación. Al masticar bien la comida, se liberan enzimas digestivas que ayudan a digerir mejor los alimentos antes de que lleguen al estómago. Comer rápido, en cambio, puede causar hinchazón, reflujo, distensión abdominal e incluso indigestión, debido a que el cuerpo no tiene tiempo de activar correctamente el sistema digestivo.
Además, existe una conexión directa entre la velocidad a la hora de comer y el desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico.
Una investigación publicada en BMJ Open encontró que las personas que comían rápidamente tenían mayor riesgo de aumento de peso, índice de masa corporal más alto y mayor probabilidad de desarrollar obesidad.
Cuando comemos lentamente, nuestro cuerpo tiene tiempo suficiente para recibir la señal de saciedad que envía el cerebro. Esta sensación de saciedad suele tardar entre 15 y 20 minutos en aparecer desde que comenzamos a comer.
Si comemos demasiado rápido, probablemente ya hayamos ingerido una gran cantidad de alimentos, y por tanto, calorías adicionales, antes de que nuestro cuerpo pueda decir "basta".
Tomarse el tiempo para masticar bien, disfrutar cada bocado y hacer pausas conscientes entre platos ayuda a reducir la ingesta y alcanzar un peso saludable. Además, aumenta la sensación de saciedad y nos permite apreciar mejor los alimentos, su sabor, textura y temperatura.
El concepto de atención plena o mindful eating se ha vuelto cada vez más popular en contextos de bienestar. Aplicado a la comida, implica estar presente durante la hora de comer, sin distracciones, y enfocarse en la experiencia de alimentarse.
Adoptar este enfoque trae muchos beneficios: mejora nuestra conexión con el cuerpo, favorece una mejor salud, y ayuda a prevenir el consumo excesivo o emocional. También puede ayudarnos a elegir mejor qué y cómo ingerir alimentos, priorizando aquellos más nutritivos y evitando excesos calóricos innecesarios.
Masticar despacio no solo es bueno para la digestión, también favorece el aprovechamiento de nutrientes. Cuanto más trituramos los alimentos en la boca, más fácil resulta para el estómago y los intestinos procesarlos.
Esto influye directamente en el equilibrio del sistema metabólico, ya que reduce el estrés gastrointestinal y mejora la absorción de vitaminas, minerales y enzimas.
Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition confirmó que comer lentamente y masticar más veces ayuda a reducir la ingesta de alimentos, especialmente en personas con sobrepeso.
De hecho, el simple cambio de hábito de masticar bien puede reducir la cantidad de comida que necesitamos para sentirnos satisfechos.
Adoptar una forma de comer más consciente y saludable también implica revisar cómo cocinamos. Aquí es donde el Sistema de Cocina Royal Prestige® NOVEL™ se convierte en un gran aliado. Puedes cocinar con menos aceite, usar poca agua y conservar mejor los nutrientes de los alimentos gracias a nuestra tecnología avanzada.
Esto no solo ayuda a preparar platillos más saludables, sino que favorece una mejor digestión y un mayor aporte nutricional en cada comida.
Además, al reducir el uso de grasas y mantener intactos los sabores naturales, la experiencia de comer se vuelve más placentera. Disfrutar cada bocado, sabiendo que estamos alimentando nuestro cuerpo de forma consciente, transforma el hecho de comer en un acto de bienestar.
Comer despacio es una invitación a desacelerar, a volver al presente, y a reconectar con algo tan simple y poderoso como sentarse a la mesa. En un mundo lleno de estímulos y velocidad, darle valor a nuestros momentos de comida es un acto revolucionario.
Así que la próxima vez que tengas tiempo para comer, hazlo con intención. Observa los colores de tu plato, siente los aromas, aprecia la textura, y mastica bien. Cada segundo cuenta, cada bocado tiene su historia, y tu cuerpo te lo agradecerá.